El Sabor Que No Está en la Foto

Nov 26, 2020
news - culinary culture

¡Arma tu viaje y vívelo! Es real, con un computador y una tarjeta de crédito todos lo podemos hacer. El internet y todas las nuevas herramientas que han aparecido desde que llegó a revolucionar nuestra forma de vivir, hace que hoy muchas cosas estén a un click de distancia. En el caso de los viajes esto es aún más evidente. Cada vez hay más aplicaciones para poder planificar directamente todo lo que necesitas para viajar. Sin embargo, muchas veces el desconocimiento del potencial a descubrir, sumado al deseo de mantener un presupuesto bajo hace que la experiencia en el destino sea mínima en relación a lo que podría ser. 

Muchas veces hay gran sabiduría en los dichos populares, y no sé quién haya dicho esto de “el que mucho abarca poco aprieta”. Y en el caso de los viajes, lo que encierra este dicho aplica totalmente. En los últimos años hemos evidenciado cómo más personas de toda condición social y económica prioriza el trasladarse a puntos turísticos que se consideran icónicos. Yo creo que esto tiene una fuerte relación al hecho de que las redes sociales han tenido una muy amplia aceptación a nivel mundial. Si te preguntan ¿tienes Instagram o Facebook? y tú dices que no, pues básicamente la reacción que recibirás es de extrañeza, como que, al no existir en el contexto virtual, dejaras también de tener presencia en el mundo real. Y es que, en verdad, las redes sociales se han convertido en verdaderos escaparates para nuestro ego, la herramienta perfecta para publicar imágenes que proyecten lo que queremos reflejar. Y dentro de ello, el publicar fotografías en diferentes lugares y atractivos turísticos se ha convertido también en una forma de sumar puntos al ranking personal, pues se relaciona mucho el hecho de viajar con el hecho de tener éxito en la vida.

Pero ojo, no es cuestión de satanizar el hecho de postear sobre las visitas que hacemos a los diferentes lugares, ¿a quién no le gusta mostrar que está disfrutando de un viaje? Eso es normal y va a seguir sucediendo, e inspirando a muchas más persona a viajar.  Lo que sí es un poco triste es que, por ejemplo, por desconocimiento o por estirar el presupuesto o el tiempo para ir a la siguiente ciudad, dejemos de visitar una granja, un museo, hablar con los locales o comer una comida más elaborada o tradicional del lugar. ¿Qué sentido tiene el ir con un check list de puntos a visitar sin preocuparnos por lo que dejamos de vivir en cada destino?, puede compararse a que uno tenga al frente una mesa con muchos manjares y opte por tragar sin masticar un bocado de cada uno de los platillos servidos en un afán por “probarlos” todos. Al final si te piden describir el sabor de uno de ellos ¿qué podrías decir?, ¿de qué experiencia podríamos hablar?.  Aunque las fotos se vean muy lindas será muy poco lo que quede en nuestra memoria sobre el lugar visitado y mucho menos lo que pueda aportarnos como aprendizajes reales para la vida.  

La gran mayoría de destinos tienen mucho más que ofrecer que ser, si bien pueden presentarse como escenarios para lindas fotos, también son lugares que quizá albergaron cambios sociales, políticos, temas históricos o permitieron el desarrollo de otros grupos humanos con expresiones culturales diversas o simplemente guardan ecosistemas de gran riqueza.  Y en realidad dejar de vivir esa parte es privarse también de uno de los principales beneficios que tiene el viajar, el cual es exponerse a un contexto diferente, no solo para tolerar la diversidad, sino para apreciarla, protegerla y celebrarla. 

En esta línea hay que reconocer que uno de los aspectos en los que más se ajusta el presupuesto de viajeros que van en una onda poco consciente o muy a la ligera, es el de la comida. Quizá es por esto es que hay muchos puntos de visita que se han llenado de restaurantes de comida rápida o kioskos, para satisfacer con algo rápido, el hambre de los viajeros y que puedan seguir en su paso. Esto no sucede únicamente entre viajeros independientes. Muchos operadores han optado por bajar la calidad de las experiencias en destino para ser más competitivos en el precio, incluyendo opciones gastronómicas “internacionales” o muy pobres, que no reflejan nada de la cultura culinaria del lugar. Pero ojos que no ven, corazón que no siente… y si no sabes lo que dejas de disfrutar, pues no te quejas. 

Creo que a nadie le queda duda del potencial tan grande que tienen las experiencias gastronómicas para transmitir y apreciar la riqueza cultural y natural latente en cada destino y de cuánto le puede sumar a la satisfacción global del viaje el incluir actividades de degustación o conocimiento de la gastronomía local. No es lo mismo ir Roma y comer una hamburguesa o un sánduche pre-hecho, que ver cómo preparan la pasta y degustarla en un Puntarelle por ejemplo. Igualmente, desde el punto de vista de los destinos, no hay discusión en todo el efecto positivo que tiene para el destino el incluir en el turismo las experiencias gastronómicas. Poner en valor la cultura local, proteger la diversidad, dinamizar las economías, promover la inclusión de poblaciones vulnerables… son entre otros varios de los principales beneficios. Pero ¿de quién es la labor de concientizar sobre este potencial tanto a la demanda, como a todos los actores de la oferta?

La World Food Travel Association trabaja a diario por proteger y promover la cultura culinaria del mundo, y está comprometida con llevar este mensaje y motivar a los actores de la industria para que se sumen a esta misión, pero lógicamente, no puede ser una tarea en solitario, sino un esfuerzo en conjunto que se refleje en viajeros y destinos más satisfechos y un turismo más orientado a la sostenibilidad. 

Muchos dicen que este tiempo de encierro causado por la pandemia ha sido un espacio también de reflexión. Todos los que amamos viajar estamos ansiosos de volver a hacerlo y, quizá muchas más personas se animen a intentar armar planes de turismo, por la sensación de que la vida es efímera o porque ya se sienten más empoderados por las habilidades tecnológicos adquiridas luego de estos meses de encierro. Ojalá al salir, logremos modificar un poco el enfoque para detenernos en cada lugar a saborear el destino, concentrarnos en el valor de los detalles de los que nos rodea y construir experiencias inolvidables que además benefician los lugares que visitamos. Si tenemos la dicha de viajar detengámonos a disfrutar los sabores, colores, texturas y aromas que no salen en la foto. 

Autor: Lilí Torres C.

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